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EL PAIS DE LO POSIBLE
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EL PAIS DE LO POSIBLE
Un viaje “al confín del mundo” para encontrarte, para que la contemplación se haga un ritual de asombro y de larga exhalación. Dejar de pertenecer “a la alfombra de cemento humeante” para que uno pueda encumbrarse en “las divinidades” que dejó acumular la naturaleza para empequeñecernos.
Tomar la posición del que abraza definitivamente *“el espíritu de la tierra” contenida en la brisa, te desparrame los cabellos y te largue en un vuelo donde el vértigo se convierte en sonrisa leve.
Ahí, es donde se encuentra “el país de lo posible”. Ahí, es donde navega el pensamiento para acomodarse en la idea de pertenencia.
Sí tan mal no recuerdo, era el maestro Arturo Jauretche quien nos advertía de “los convencionalismos” que se adoptan en la enseñanza de la geopolítica y por ende de allí, “dibujan” los planisferios. Y no era por casualidad que estábamos en el fondo del planeta y tal vez, ahí arriba y en “el ombligo del mundo” está aquello con que se remarca a los “países dominantes”.
Entonces, en un cartográfico deslumbramiento fue que pude ver como otros dibujaron “al país de lo posible” en el centro y ombligo del planeta, solo para contradecir aquello puesto como “convencionalismo” ya que desde la estratosfera no hay “tal visión” que confirme esa convención.
Sin más -para seguir alimentándome de asombro- “el maestro”, pasó a ser (para mi) “Un pilar de lo nacional que fecundaba ideas de una generación extraordinaria, perteneciente a una de las épocas de esplendor de la cultura de este pueblo”. Y no me quedaba en eso sino que, con solo escuchar “su definición” de que: “lo nacional es todo aquello que trasciende para luego, convertirse en algo universal” fue calándome tan profundamente y como quien sufre de vértigo, me sumergí en su “Estatuto del coloniaje” (entre otros libros) para exprimirle algo más que sentencias y allí, me fui reconciliando con mí alrededor, por que mucho del estado y la pobreza que sufrimos tenía una explicación más firme.
Decía “el viejo garañón” que hizo base en “el revisionismo histórico”; “Para que un país sea dependiente en lo económico, siempre tiene que haber una estructura cultural que la respalde”. Entonces, resaltaba algo que, él llamó “intelligencia” y “ese volumen de intelligencia era desenmascarada como una “banda” de seudo intelectuales mercenarios, cipayos, lame botas que, al servicio del dinero (que más) se adueñaba de los medios masivos de comunicación y con un discurso que se hacía dominante, defendían “intereses foráneos”, atentaban contra “lo nuestro”, es decir “el patrimonio del país”. Así, contra “nuestra propia soberanía”. Así, contra nuestra identidad. Toda publicación comenzó a serme sospechosa.
Las nuevas generaciones, al no tener identidades bien remarcadas suelen disolver la utopía de luchar por “un lugar más justo”, disuelven lo que les da pertenencia ya que es muy delicado y frágil.
No es casual, entonces, que esas generaciones sin identidad emigren pronunciando algo tan doloroso como “…este es un país de mierda”o sean exiliadas. O las generaciones que se quedan sean muchas veces perseguidas y asesinadas, torturadas etc.. Sean enviadas a la guerra o que llenen las estadísticas de desempleo y las cárceles.
**Nuestras generaciones, principalmente, en ciudades tan grandes como Buenos Aires, consumen con avidez el tráfico cultural que “incluye lo de afuera” que la enriquece pero que a la vez, “se lleva alguna parte de nuestra identidad”.
Por último -advierte “el francotirador”- que en naciones tan jóvenes como la nuestra, la falta de identidad la perjudica. “Afirmar la identidad” es una “deuda” que hay que pagar, sembrando la semilla de la argentinidad. Son las generaciones que se incorporan las que tienen, también, el “trabajo” de hacerse merecedoras de “un país mejor” y si no hay conjunción, es decir, “la disposición a participar”, será por siempre muy difícil, pues con total impunidad, “se llevan hasta nuestros sueños”. Entender lo que ocurrió puede evitar el tropiezo con obstáculos venideros. Indagar en lo acaecido y tener en cuenta solo, lo que escribieron “aquellos que ganaron” significa, “hacer política con la historia” y no, la lectura de “la historia de la política”.
Sin embargo, nadie debería adjudicarse una “postura” tan pesimista. Aquí tenemos y dejaremos nuestra inversión espiritual más importante, la que representan nuestros hijos. La esperanza nueva.
No es casual que: **“Las sociedades, a través de sus gerontocráticos componentes por el poder que los sostiene con el dinero y la razón -es decir; para preservar el statu quo- son capaces también, de provocar la muerte del hijo varón”…pufffff. (¿Algo de Don Arnaldo Raskoski?).
No es difícil adivinar que hoy sucede algo similar o que la lucha es despareja aún. Que esa “estructura cultural para la dependencia económica se repite en la mayoría de los países periféricos, principalmente, los latinoamericanos por ser muy ricos”.
Que esa intelligencia sigue siempre, el mismo camino de la traición.
**Sumar perturbación y efervescencia donde no fecunda la alegría. El llamado de la sangre que invita a “las almas nuevas” a cubrir con su espíritu, el espacio en que vaga y permanece la tristeza, de modo tal, que al ahuyentarla salga “el júbilo” -el de la sonrisa fresca- a rehacer los colores.
*De Raúl Scalabrini Ortiz ** Extraído de “Tratado del viento” pag. 57 y 63 (R. J. Ayala).
Octaedro
FUENTE: http://unapantallaviva.blogspot.com.ar/
Tomar la posición del que abraza definitivamente *“el espíritu de la tierra” contenida en la brisa, te desparrame los cabellos y te largue en un vuelo donde el vértigo se convierte en sonrisa leve.
Ahí, es donde se encuentra “el país de lo posible”. Ahí, es donde navega el pensamiento para acomodarse en la idea de pertenencia.
Sí tan mal no recuerdo, era el maestro Arturo Jauretche quien nos advertía de “los convencionalismos” que se adoptan en la enseñanza de la geopolítica y por ende de allí, “dibujan” los planisferios. Y no era por casualidad que estábamos en el fondo del planeta y tal vez, ahí arriba y en “el ombligo del mundo” está aquello con que se remarca a los “países dominantes”.
Entonces, en un cartográfico deslumbramiento fue que pude ver como otros dibujaron “al país de lo posible” en el centro y ombligo del planeta, solo para contradecir aquello puesto como “convencionalismo” ya que desde la estratosfera no hay “tal visión” que confirme esa convención.
Sin más -para seguir alimentándome de asombro- “el maestro”, pasó a ser (para mi) “Un pilar de lo nacional que fecundaba ideas de una generación extraordinaria, perteneciente a una de las épocas de esplendor de la cultura de este pueblo”. Y no me quedaba en eso sino que, con solo escuchar “su definición” de que: “lo nacional es todo aquello que trasciende para luego, convertirse en algo universal” fue calándome tan profundamente y como quien sufre de vértigo, me sumergí en su “Estatuto del coloniaje” (entre otros libros) para exprimirle algo más que sentencias y allí, me fui reconciliando con mí alrededor, por que mucho del estado y la pobreza que sufrimos tenía una explicación más firme.
Decía “el viejo garañón” que hizo base en “el revisionismo histórico”; “Para que un país sea dependiente en lo económico, siempre tiene que haber una estructura cultural que la respalde”. Entonces, resaltaba algo que, él llamó “intelligencia” y “ese volumen de intelligencia era desenmascarada como una “banda” de seudo intelectuales mercenarios, cipayos, lame botas que, al servicio del dinero (que más) se adueñaba de los medios masivos de comunicación y con un discurso que se hacía dominante, defendían “intereses foráneos”, atentaban contra “lo nuestro”, es decir “el patrimonio del país”. Así, contra “nuestra propia soberanía”. Así, contra nuestra identidad. Toda publicación comenzó a serme sospechosa.
Las nuevas generaciones, al no tener identidades bien remarcadas suelen disolver la utopía de luchar por “un lugar más justo”, disuelven lo que les da pertenencia ya que es muy delicado y frágil.
No es casual, entonces, que esas generaciones sin identidad emigren pronunciando algo tan doloroso como “…este es un país de mierda”o sean exiliadas. O las generaciones que se quedan sean muchas veces perseguidas y asesinadas, torturadas etc.. Sean enviadas a la guerra o que llenen las estadísticas de desempleo y las cárceles.
**Nuestras generaciones, principalmente, en ciudades tan grandes como Buenos Aires, consumen con avidez el tráfico cultural que “incluye lo de afuera” que la enriquece pero que a la vez, “se lleva alguna parte de nuestra identidad”.
Por último -advierte “el francotirador”- que en naciones tan jóvenes como la nuestra, la falta de identidad la perjudica. “Afirmar la identidad” es una “deuda” que hay que pagar, sembrando la semilla de la argentinidad. Son las generaciones que se incorporan las que tienen, también, el “trabajo” de hacerse merecedoras de “un país mejor” y si no hay conjunción, es decir, “la disposición a participar”, será por siempre muy difícil, pues con total impunidad, “se llevan hasta nuestros sueños”. Entender lo que ocurrió puede evitar el tropiezo con obstáculos venideros. Indagar en lo acaecido y tener en cuenta solo, lo que escribieron “aquellos que ganaron” significa, “hacer política con la historia” y no, la lectura de “la historia de la política”.
Sin embargo, nadie debería adjudicarse una “postura” tan pesimista. Aquí tenemos y dejaremos nuestra inversión espiritual más importante, la que representan nuestros hijos. La esperanza nueva.
No es casual que: **“Las sociedades, a través de sus gerontocráticos componentes por el poder que los sostiene con el dinero y la razón -es decir; para preservar el statu quo- son capaces también, de provocar la muerte del hijo varón”…pufffff. (¿Algo de Don Arnaldo Raskoski?).
No es difícil adivinar que hoy sucede algo similar o que la lucha es despareja aún. Que esa “estructura cultural para la dependencia económica se repite en la mayoría de los países periféricos, principalmente, los latinoamericanos por ser muy ricos”.
Que esa intelligencia sigue siempre, el mismo camino de la traición.
**Sumar perturbación y efervescencia donde no fecunda la alegría. El llamado de la sangre que invita a “las almas nuevas” a cubrir con su espíritu, el espacio en que vaga y permanece la tristeza, de modo tal, que al ahuyentarla salga “el júbilo” -el de la sonrisa fresca- a rehacer los colores.
*De Raúl Scalabrini Ortiz ** Extraído de “Tratado del viento” pag. 57 y 63 (R. J. Ayala).
Octaedro
FUENTE: http://unapantallaviva.blogspot.com.ar/
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