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¡Liberemos a David!
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¡Liberemos a David!
Florencia, año 1501. Es el gran día para un joven y más que prometedor escultor llamado Michelangelo Buonarotti: acaba de recibir el ansiado bloque de mármol de Carrara. Mide cinco metros de alto, y sabe Dios el esfuerzo que costó traerlo. Hombres, bestias, carros han quedado en el camino para que, por fin, la piedra esté allí.
Los obreros, sudorosos y exhaustos, se van a una taberna a convertir su paga en vino y mujeres. Michelangelo los ve partir, en silencio.
Es un gran día para el maestro.
Contempla la piedra. Camina despacio a su alrededor. La recorre con la yema de sus dedos. Apoya su oreja en un costado. Cierra los ojos y siente que la piedra vive.
Michelangelo sabe algo.
Ha trabajado mucho. Cientos de bocetos, otros tantos pequeños modelos. Ha leído, ha discutido a la luz de las velas. Tanto tiempo esperando, y ahora el corazón le golpea en el pecho como su viejo martillo. Porque él, Michelangelo, el hijo de Ludovico, protegido de los Medici, es el único hombre en el mundo a quien ha sido revelado un secreto.
Michelangelo sabe que lo que tiene delante de sus ojos no es solamente una piedra: atrapado dentro de la roca, está el David.
Entonces, incapaz de soportar un segundo más, corre a buscar su gran martillo y su cincel, y con un alarido de victoria descarga un golpe soberbio sobre el mármol áspero.
Ha comenzado su trabajo liberador.
Los obreros, sudorosos y exhaustos, se van a una taberna a convertir su paga en vino y mujeres. Michelangelo los ve partir, en silencio.
Es un gran día para el maestro.
Contempla la piedra. Camina despacio a su alrededor. La recorre con la yema de sus dedos. Apoya su oreja en un costado. Cierra los ojos y siente que la piedra vive.
Michelangelo sabe algo.
Ha trabajado mucho. Cientos de bocetos, otros tantos pequeños modelos. Ha leído, ha discutido a la luz de las velas. Tanto tiempo esperando, y ahora el corazón le golpea en el pecho como su viejo martillo. Porque él, Michelangelo, el hijo de Ludovico, protegido de los Medici, es el único hombre en el mundo a quien ha sido revelado un secreto.
Michelangelo sabe que lo que tiene delante de sus ojos no es solamente una piedra: atrapado dentro de la roca, está el David.
Entonces, incapaz de soportar un segundo más, corre a buscar su gran martillo y su cincel, y con un alarido de victoria descarga un golpe soberbio sobre el mármol áspero.
Ha comenzado su trabajo liberador.
Somos gente que ama la Literatura. Leemos y, de puro audaces, nos empecinamos en escribir.
Y, frente al bloque de mármol, descubrimos que no tenemos las herramientas necesarias para liberar a David.
Si fuéramos a buscarlas solamente a una Facultad de Letras, podríamos ponernos a hablar de las propiedades del mineral, de la resistencia que debe tener el acero del cincel o del peso recomendado para el martillo. No despreciamos a la Academia, pero, humildemente, reconocemos que no es para nosotros: lo quenecesitamos en ese momento es un martillo y un cincel. Así de simple.
Claro que una cosa es encontrar las herramientas... y otra, muy distinta, es aprender a usarlas. Sin duda es un trabajo arduo y solitario, que requiere mucha disciplina y una gran tenacidad. Pero la convicción de que vale la pena el esfuerzo nos empuja a querer compartir el aprendizaje.
Ojalá que el Cuaderno de Apuntes pueda ayudarte a liberar a tu David de la roca que lo aprisiona.
Y, frente al bloque de mármol, descubrimos que no tenemos las herramientas necesarias para liberar a David.
Si fuéramos a buscarlas solamente a una Facultad de Letras, podríamos ponernos a hablar de las propiedades del mineral, de la resistencia que debe tener el acero del cincel o del peso recomendado para el martillo. No despreciamos a la Academia, pero, humildemente, reconocemos que no es para nosotros: lo quenecesitamos en ese momento es un martillo y un cincel. Así de simple.
Claro que una cosa es encontrar las herramientas... y otra, muy distinta, es aprender a usarlas. Sin duda es un trabajo arduo y solitario, que requiere mucha disciplina y una gran tenacidad. Pero la convicción de que vale la pena el esfuerzo nos empuja a querer compartir el aprendizaje.
Ojalá que el Cuaderno de Apuntes pueda ayudarte a liberar a tu David de la roca que lo aprisiona.
por Ariel Mazzeo
FUENTE: http://www.elaleph.com
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